En la primera entrada que publiqué en mi Blog confesé mi poca amistad con las tecnologías. Nunca tuve mucha afinidad dada la paciencia que se requiere en múltiples ocasiones, y la poca fiabilidad que muestran en otras tantas. Que si esto no carga, que si se ha borrado el archivo, que si el .pdf no se abre... y un sin fin.
Menos mal, que en las TIC hemos visto algo diferente. No me refiero a que los problemas antes mencionados hayan desaparecido completamente, pero sin duda todo parece -y efectivamente, lo es- más sencillo.
Nunca hubiera imaginado que existen tantas herramientas enfocadas a la educación, o si bien no han sido creadas para métodos de educación, si que pueden aplicarse en este ámbito.
Se abre un amplio abanico de posibilidades a la hora de afrontar la enseñanza en una clase. Con todo esto se puede cambiar y mejorar mucho a la hora de enseñar. No significa tampoco que se haya de recurrir a estas herramientas de forma sistemática, pero si que se han de explorar para ver en qué pueden superar a métodos tradicionales y en qué no pueden. Y sin duda podrán en variados casos.
Aunque, verdad verdadera, la educación siempre irá por detrás de la sociedad. Actualmente, un 38% de los niños de entre 0 a 2 años maneja un aparato tecnológico tipo tablet, smartphone, etc. Seguramente con 6 o 7 años ya controlen más estos aparatos que nosotros, así que me pregunto hasta qué punto les sorprenderá el uso de las TIC. Pero hay que intentarlo. Renovarse o morir.
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